Un becario del CONICET explica sobre la importancia de estos fósiles para comprender la reproducción de los dinosaurios y los cambios evolutivos que sufrieron las diferentes especies a lo largo del tiempo.
Iván Capurro, becario del CONICET y paleontólogo en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN), se dedica al estudio de los huevos de dinosaurios, siendo uno de los pocos científicos que investigan este tema en Argentina. Nos cuenta sobre cómo estos fósiles se preservan durante tantos años, las diferencias entre los huevos de distintas especies de dinosaurios y animales ovíparos actuales, y sobre la biología y el comportamiento de las diferentes especies.
“El tamaño y el grosor de una cáscara permite tener una idea del tamaño del dinosaurio adulto que puso el huevo, mientras que la estructura interna nos puede explicar cómo fue su formación dentro del oviducto de la hembra, a qué tipo de dinosaurio pertenecía y en qué tipo de nido fue incubado. Además, la cantidad, integridad y distribución de los huevos en un yacimiento pueden ayudarnos a comprender si los dinosaurios que los depositaron solían juntarse a hacer sus nidos en un mismo lugar y al mismo tiempo”, explica Capurro.
La cáscara suele ser lo único que queda preservado del huevo, gracias a que está hecha mayormente de calcita, un mineral duro y resistente. Cabe destacar que la preservación de la cáscara puede ser entre muy mala o muy buena, dependiendo de lo que le fue ocurriendo durante su fosilización, como por ejemplo, si se erosionó por la lluvia o el viento. Las partes blandas del huevo, como la clara, la yema y el embrión casi siempre se terminan degradando con el tiempo. No obstante, en algunas ocasiones se pueden hallar huesos y piel de los embriones de dinosaurio asociados a las cáscaras. “Esto sólo puede suceder con huevos que tenían embriones ya desarrollados antes de fosilizarse. Por lo tanto, si en un grupo de huevos puestos por el mismo tipo de dinosaurio hay diferencias entre cáscaras de huevos con embriones y cáscaras de huevos sin embriones, es posible que las diferencias se deban a algún efecto que tuvo el desarrollo embrionario en la cáscara del huevo. De esta manera, los huevos que contienen restos embrionarios nos permiten entender cuáles fueron los cambios que sufrió la cáscara durante su desarrollo”, comenta el investigador.
El experto señala que, en Argentina, se han hallado huevos de dinosaurios en diferentes sitios, ubicados en las provincias de Neuquén, Río Negro, La Rioja, Salta, La Pampa y Entre Ríos. Los yacimientos de Neuquén, Río Negro y La Rioja son particularmente importantes por las decenas a cientos de huevos que allí se encuentran. Uno de los yacimientos, denominado Auca Mahuevo, en Neuquén, es el único lugar en el mundo donde se han encontrado grandes cantidades de huevos de dinosaurios saurópodos asociados a restos de huesos y piel de embriones.
Diferencias entre huevos
Los huevos de los diversos tipos de dinosaurios se diferencian principalmente por su forma, ya sea alargada, esférica, entre otras, por los adornos que puedan tener sobre la superficie de la cáscara, como por ejemplo, pequeños domos o pozos, y por el modo en el que se organizan los cristales de calcita dentro de la cáscara. “Un caso representativo son los huevos de los saurópodos, los gigantes de cuello largo como el Argentinosaurus, son esféricos, tienen pequeños domos sobre la superficie, y sus cáscaras poseen una estructura interna relativamente simple. En cambio, los huevos de los terópodos, los carnívoros como el Giganotosaurus, son alargados, tienen crestas y domos sobre la superficie, y la estructura interna de sus cáscaras es más compleja”, indica el paleontólogo.
Los huevos de los dinosaurios se diferencian de los animales ovíparos actuales por la estructura interna de sus cáscaras. No obstante, los huevos de los dinosaurios se parecen más a los de las aves y los cocodrilos, principalmente porque las cáscaras de estos últimos también están hechas de calcita. En cambio, las cáscaras de los huevos de las tortugas son de cristales de otro mineral, llamado aragonita, mientras que la de los lagartos y serpientes son mayormente orgánicas.
Técnicas de investigación
“Primero se observa el huevo a simple vista y con lupa para describir sus características generales. Luego se preparan muestras de la cáscara para su observación bajo distintos tipos de microscopios. En algunos casos también se utiliza un microtomógrafo para su análisis. Estos instrumentos no sólo permiten observar la cáscara en mayor detalle, sino que también se consigue ver cómo es su estructura interna. Otra herramienta que se utiliza para el estudio es la observación de muestras de cáscara con cátodoluminiscencia, la cual ayuda a distinguir qué partes sufrieron más cambios durante la fosilización”, finaliza Capurro.